Si
eres perfeccionista, ¡bienvenido a mi club!, aunque esas son las cosas
que se deben decir en voz baja porque no son razones para sentirse muy
orgulloso. Pero bueno, a partir de ese perfeccionismo hay mucho que
trabajar, mucho que aprender y también mucho que soltar. Lo más probable
es que toda la vida tengas que luchar contra esto para que no se
apodere de tu vida ni te frustre cada vez que no es posible obtener lo
que esperas o que las cosas no resulten de la forma que- de seguro-
planeaste con mucha precaución y anticipación.
Sobre la base de lo anterior y para aquietar a esas vocecitas interiores
que constantemente te recuerdan que “pudiste haberlo hecho mejor” es
que me encuentro escribiéndote en este momento. Una persona muy sabia me
dijo una vez “eres perfecta para ser tú”. Cuando me lo dijo, la verdad
es que no le tomé mucha importancia, asentí con la cabeza y di un
dubitativo gracias, finalizando la conversación.
Años más tarde logré entender esta
oración. Ahora soy psicóloga y comprendo que verdaderamente nadie puede
vivir la vida por ti, ni nadie puede interpretar tu papel mejor que tú
mismo. Es como si estuvieras en una gran obra teatral y tuvieras el
papel principal, aunque en muchas ocasiones te sientas como el que tiene
el rol menos importante, incluso como el antagonista, te aseguro que
sigues siendo la “estrella de la obra”. Cuando aprendes a ver tu vida de
esta forma, cambia tu forma de pensar sobre ti mismo y sobre la manera
en que te enfrentas al mundo.
Dejar de vivir la vida como víctima y
empezar a vivirla como protagonista cambia la percepción que tenemos de
nosotros mismos y de cómo enfrentamos “lo que nos toca”. Si sentimos que
formamos parte de una novela épica en donde somos la víctima de las
circunstancias y al final de la historia todo fue una conspiración en
nuestra contra, difícilmente podremos “improvisar” y darle un giro a la
historia. Sin embargo, si sentimos que somos responsables de una gran
misión, casi como la de Frodo en la saga del Señor de los Anillos,
lo más probable es que todo lo que ocurra en nuestra vida será parte de
una aventura que nos hace aún más heroicos y merecedores de una gran
recompensa y ganancia por ser valientes y tener el coraje de vivir una
aventura como esa. Claramente la visión cambia y la forma de llevar la
vida también, ya nos somos víctimas, ahora somos “héroes”.
Puede ser que nuestra vida no sea una película de Hollywood, pero es posible que si somos capaces de ver aquello que nos ocurre como un film que tiene el final que nosotros escojamos, nuestra vida también cambie. A veces hay que cambiar más el lente
con el que vemos nuestra vida, que nuestra propia vida. El mundo está
lleno de víctimas que quieren ser rescatadas, y no sé tú, pero yo quiero
ser mi propia heroína. Es cierto, me seduce mucho la idea del noble
corcel y el caballero sobre él
que viene a rescatarme a una torre, pero me agrada más pensar en que esa
persona capaz de “rescatarme” soy yo misma, porque así, lo que sea que
ocurra en mi vida depende de mí, y no del heroísmo o voluntad de otros.
Así, cuando yo tenga hijos y nietos, podré contarle historias de mi
juventud en donde me rescaté y me di la
oportunidad de ser feliz cientos de veces; de vivir en libertad, tal
como es la vida que Cristo propone…una vida libre, feliz, plena, llena
de desafío intelectuales, con aspiraciones
y sueños locos, de esos que aceleran tu corazón cuando piensas en
ellos. Yo quiero ser mi propia heroína, porque soy perfecta para
rescatarme a mí misma, ¡nadie me conoce mejor que yo!.
Y tú ¿estás preparado/a para salir en tu rescate?
Autora: Poly Toro
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